El 21 de diciembre llegó y con él, a las 17:00h de la tarde, arrancaba el solsticio de invierno. Una fecha que, pasados los años, podemos decir que se ha convertido en tradición para Luces de Barrio y en la que queda condensado el espíritu de los trabajos realizados en los meses anteriores. Es una celebración en comunidad para compartir los logros y dejar que los proyectos germinen como posibles nuevas ideas en las mentes de cada uno de sus participantes.
Hemos de admitir que la previsión de lluvia generó en los días anteriores cierta inquietud. El esfuerzo de un gran número de personas y organismos implicados en ‘Fábulas Quiméricas’ requirió de especial atención en los tiempos de producción.
Tras el montaje en la calle Candelilla de Tres Barrios-Amate, buenas noticias llegaron del minuto a minuto que nos proporcionaba el CECOP: se abría una ventana que permitiría la celebración del evento. Solo tendríamos que adelantar el concierto de cierre.
Como espectador, el entorno urbano creado una vez llegaba a la calle Candelilla abría un espacio para el paseo y la contemplación. Con su cierre al tráfico recuperábamos cierta sensación de sosiego.
Sensación incrementada por la disposición de los sets donde nuestros narradores desplegarían sus relatos: las sillas, dispuestas en círculos, invitaban a sentarse y participar. Vistas desde la azotea de la AES Candelaria y los edificios aledaños se observaban como un gran abrazo al barrio.
En cada uno de los círculos se repartieron 1.000 velas aromáticas que recreaban los perfumes de varias especies vegetales de la ciudad –un trabajo que iniciaron, encabezados por Thibault Pradet, los participantes del taller Terpenos en el aire y con el que gracias a Bosque Anxanar, descubrieron cómo destilar esencias o a elaborar sus propios cosméticos naturales–.
Con los intérpretes de las ‘Fábulas Quiméricas’ preparados para comenzar sus narraciones y el aspecto que ofrecía la calle, casi parecía que atravesábamos un portal en el que dejábamos atrás el trasiego de la jornada y el mundo digital: retomábamos el espíritu de la tribu que se reunía en torno al fuego sin otra opción que compartir fábulas, historias y mitos.
Y así es como lo hicimos de la mano de nuestros autores y narradores: Donna Haraway interpretada por José María Sánchez Rey, Gilles Clément interpretado por Ana Ropa, Rosario Izquierdo interpretado por Belén Sanz, Fernando Iwasaki, Carmen Camacho, Bernard Yameógo interpretando con Amparo Marín Santos, ZEMOS98 interpretado en la voz de Antonio Álvarez y Rafael Cobos. La recuperación de esta tradición oral se enriqueció de forma singular: Vibra-Tó y los estudiantes de la AES Candelaria y el SAFA Blanca Paloma aportaron sus crujientes sonidos y cantos de los pájaros del barrio con instrumentos por ellos mismos construidos.
La tarde avanzaba con los asistentes, vecinos y visitantes, en plena inmersión en la experiencia. La caída de la noche ayudaba a crear esa sensación de disfrute íntimo: a la calidez de la iluminación de las velas se sumaban la de los balcones en los que reposan los jardines en el aire que quedaron instalados el año pasado. Y así se sucedió cada pase de los relatos, con un aplauso al finalizar y el toque de la campanilla que anunciaba el comienzo de uno nuevo.
Con la diversidad como seña de identidad compartida de cada fábula, las voces de los narradores se fueron apagando hasta llegar al último pase: la actriz Ana Ropa declamaba un texto de Gilles Clément que constituía toda una declaración final de intenciones sobre la necesidad de naturaleza en los entornos urbanos.
En la jornada que nos ocupa, esta recuperación y resignificación del espacio, quedó completada con el concierto Sinergias, de Desirée Martín en las voces de ProyectoeLe. La fachada de los jardines en el aire se convertía en escenario desde el que se proyectaban unas armonías polifónicas cargadas de mensajes que se alternaban con las palabras grabadas de los alumnos y participantes en un año de #jardinesenelaire.
Al finalizar, arrancó de nuevo la lluvia. Caía el telón.
Fotos: Manu Trillo.
‘Fábulas Quiméricas’ forma parte de LUCES DE BARRIO, un proyecto promovido por el ICAS, Ayuntamiento de Sevilla, Ecosistema 41 premiado por New European Bauhaus (Comisión Europea), S+T+Arts for social good (Nesta Italia) y COAS, con el apoyo de Thermo Fisher Scientific, Universidad Internacional de Andalucía, Cátedra EMVISESA-ETSAS, Instituto Francés y la colaboración AES Candelaria, SAFA Blanca Paloma, Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, Plataforma de Tres Barrios Amate, ISA y AEDI.